DIOS, ALABAMOS TU GRANDEZA

Febrero 23 de 2024

La iglesia no cierra. Ahora más unidos, más cerca.

 

DIOS, ALABAMOS TU GRANDEZA

 

SALMOS 48:1-8

Un cántico. Salmo de los descendientes de Coré.

48 ¡Qué grande es el Señor,
    cuán digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
    situada sobre su monte santo!
Es alto y magnífico;

    ¡toda la tierra se alegra al verlo!
¡El monte Sion, el monte santo,
    es la ciudad del gran Rey!
Dios mismo está en las torres de Jerusalén

    dándose a conocer como su defensor.

Los reyes de la tierra unieron sus fuerzas
    y avanzaron contra la ciudad.
Pero al verla, se quedaron pasmados;

    se llenaron de miedo y huyeron.
El terror se apoderó de ellos

    y se retorcieron de dolor como una mujer en parto.
Los destruiste como a los poderosos barcos de Tarsis

    que fueron despedazados por un potente viento del oriente.

Habíamos oído de la gloria de la ciudad,
    pero ahora la hemos visto en persona,
    la ciudad del Señor de los Ejércitos Celestiales.
Es la ciudad de nuestro Dios;
    él hará que sea segura para siempre. Interludio

 

 

https://youtu.be/XHpSdz1bTzw?si=VETjBaKQ-Jf9T140

 

Estimado lector:

 

Este pasaje expresa la adoración a Dios por quién es y lo que ha hecho. Es un cántico triunfal que muestra lo grande que es Jehová. Enseña cómo alabar a Dios por ser refugio y protector de su pueblo y cómo fielmente muestra su misericordia inmutable para con sus hijos. La idea principal de este salmo se puede resumir en la siguiente oración: “DIOS, ALABAMOS TU GRANDEZA”.

 

El salmo comienza con una declaración contundente: Grande es Jehová y digno de ser alabado en gran manera. Con esta oración, el salmista afirma que Dios es más grande que cualquier otra cosa, es decir, muestra que no hay problema, situación o circunstancia que pueda estar por sobre su soberanía. La relación que hace el salmista con la ciudad de Jerusalén muestra cuán importante era la ciudad para Israel y cómo ellos entendían que era el refugio ante sus enemigos, al ser La ciudad del gran Rey, la morada de Jehová.

 

El salmista expresa claramente lo que sienten los enemigos de Israel al ir contra el pueblo y ver a Jerusalén, la ciudad del gran Rey. Dios es su refugio y los reyes de la tierra al verla se maravillaron y turbaron y entró en ellos temor y temblor de atacar la ciudad y ofender al Rey.

 

4 pasos que te ayudarán a tener un tiempo con Dios.


Invite en oración a la presencia de Dios y pídale que su verdad le sean reveladas.

  1. Lea despacio
  2. Lea en voz alta
  3. Mientras esté leyendo pregúntele a Dios:

¿Señor qué me quieres decir hoy?
Permita que el Espíritu Santo le revele


Dios podría estar hablándole de Él

  1. ¿Quién es Él?
  2. ¿Cuáles son sus características?
  3. ¿Qué hará?

Dios podrá estar hablándole a usted. Reflexione en lo siguiente:

  • P ¿Será un PECADO que debo confesar?
  • A ¿Será una ACTITUD que debo adoptar?
  • M ¿Será un MANDAMIENTO que debo obedecer?
  • P ¿Será una PROMESA que debo reclamar?
  • E ¿Será un EJEMPLO que debo seguir o evitar?

Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.

  1. Pida PERDÓN: Confiese su pecado, arrepiéntase y reciba el perdón de Dios
  2. De GRACIAS: Agradezca a Dios por sus muchas bendiciones y promesas
  3. Por FAVOR: Ore por sus necesidades y las de otros; salvación, sanidad, protección
  4. Finalice diciendo TE AMO. Termine este tiempo en adoración y alabanza

Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.

  1. ¿Qué le habló Dios?
  2. ¿Cómo esto cambiará sus perspectivas?
  3. ¿Cómo aplicará esto en su vida diaria?

Juan 14:15 “Si me amáis, guardad mis mandamientos”

Santiago 1:22 “Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos á vosotros mismos”

DEVOCIONALES