DIOS PELEA NUESTRAS BATALLAS

Salmo 35:19-28

19 No permitas que mis enemigos traicioneros se regodeen en mi derrota;
    no permitas que los que me odian sin motivo se deleiten en mi tristeza.
20 No hablan de paz;
    conspiran contra personas inocentes que no se meten con nadie.
21 Gritan: «¡Ajá!
    ¡Con nuestros ojos lo vimos hacerlo!».

22 Oh Señor, tú sabes de todo esto; no te quedes callado.
    No me abandones ahora, oh Señor.
23 ¡Despierta! ¡Levántate en mi defensa!
    Toma mi caso, Dios mío y Señor mío.
24 Declárame inocente, oh Señor mi Dios, porque tú haces justicia;
    no permitas que mis enemigos se rían de mí en mis dificultades.
25 No les permitas decir: «¡Miren, conseguimos lo que queríamos!
    ¡Ahora lo comeremos vivo!».

26 Que sean humillados y avergonzados
    los que se alegran de mis dificultades;
que sean cubiertos de vergüenza y de deshonra
    los que triunfan sobre mí.
27 Pero dales mucha alegría a los que vinieron a defenderme;
    que todo el tiempo digan: «¡Grande es el Señor,
    quien se deleita en bendecir a su siervo con paz!».
28 Entonces proclamaré tu justicia
    y te alabaré todo el día.

https://youtu.be/jqklAXcVjgQ?si=smsjmXxahelVNxqw

Estimado lector:

En esta cita, David expresó con elocuencia la frustración y el sufrimiento con las torturas de la injusticia. Aunque suena a un fuerte reclamo por parte del salmista hacia Dios, se debe destacar que: David huía de los hombres que injustamente procuraban asesinarlo; su petición de justicia era sincera para su nación. David no dijo que él tomaría venganza, sino que puso el asunto en manos de Dios y escribió esto para motivar a otros a levantarse con fuerza en contra del pecado y la maldad.

Al parecer, en el momento de escribir este salmo, la oración de David no había sido contestada y por eso su tono fue de tristeza y desolación. Cuando la liberación de la adversidad se retrasa, es fácil suponer que Dios no contesta las oraciones. Dios escucha cada oración, pero contesta de acuerdo con su sabiduría. No se debe permitir que la ausencia dé una respuesta inmediata lleve a la duda. En su lugar, debe ser una ocasión para incrementar y perseverar en la comunión con Dios (Lucas 18:1-8).

Los creyentes no están exentos de ser acusados injustamente (Mateo 5:11). Quizás la reacción natural sea la de atacar con fiereza en venganza o planear una defensa detallada para cada uno de sus movimientos. En vez de eso, deben pedir a Dios que pelee sus batallas. Él limpiará sus nombres ante los ojos de quienes realmente importan y los librará de la injusticia.

¿Qué te dice Dios en este día?

¿Cómo lo vas a aplicar hoy?

¿En qué área específica de tu vida?

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