Septiembre 07 de 2024
LA FORTALEZA DE UN BUEY SALVAJE
SALMOS 92:10-15
10 Pero tú me has hecho
fuerte como un buey salvaje;
me has ungido con el mejor aceite.
11 Mis ojos vieron la caída de mis enemigos;
mis oídos escucharon la derrota de mis perversos
oponentes.
12 Pero los justos florecerán como palmeras
y se harán fuertes como los cedros del Líbano;
13 trasplantados a la casa del Señor,
florecen en los atrios de nuestro Dios.
14 Incluso en la vejez aún producirán fruto;
seguirán verdes y llenos de vitalidad.
15 Declararán: «¡El Señor es justo!
¡Es mi roca!
¡No existe maldad en él!».
https://youtu.be/p_bY_SPtQQg?si=9V9xL5slxKzycGlA
Estimado lector:
Los bueyes salvajes o búfalos son animales muy fuertes. El
secreto no solo radica en su fuerza, sino también en el aceite que se encuentra
depositado en su joroba. Cuando está frente a un adversario, retrocede, no
tratando de huir, sino dando tiempo a que el aceite de su joroba se caliente y
se extienda por todo su cuerpo, creando una capa resbalosa, que lo protege de
las mordidas y de las garras de sus enemigos.
David sabía que el Único que podía darle las fuerzas, como
las del búfalo, era el Señor. Una fortaleza como la de las palmeras del Líbano,
que puede soportar vientos y tempestades; una, que solo proviene de Su unción.
La mejor manera de que un cristiano enfrente al mundo y las
situaciones adversas es por la unción del Espíritu Santo. Él es su ayudador,
consolador y guía, de modo que nada podrá dañarle, cuando permanece confiando
en Su aceite y, en que llegará el día, en que caerán los enemigos de la
salvación.
Invite en oración a la presencia de Dios y pídale que su verdad le sean reveladas.
¿Señor qué me quieres decir hoy?
Permita que el Espíritu Santo le revele
Dios podría estar hablándole de Él
Dios podrá estar hablándole a usted. Reflexione en lo siguiente:
Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.
Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.
Juan 14:15 “Si me amáis, guardad mis mandamientos”
Santiago 1:22 “Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos á vosotros mismos”