UNA ORACIÓN QUE NACE DE UN CORAZÓN DESNUDO

Febrero 01 de 2024

La iglesia no cierra. Ahora más unidos, más cerca.

 

UNA ORACIÓN QUE NACE DE UN CORAZÓN DESNUDO

 

SALMOS 39: 7-13


Entonces, Señor, ¿dónde pongo mi esperanza?
    Mi única esperanza está en ti.
Rescátame de mis rebeliones.
    No permitas que los necios se burlen de mí.
En silencio estoy delante de ti; no diré ni una palabra,
    porque mi castigo proviene de ti.
10 ¡Pero por favor, deja de castigarme!
    Estoy agotado por los golpes de tu mano.
11 Cuando nos disciplinas por nuestros pecados,
    consumes como una polilla lo que estimamos precioso.
    Cada uno de nosotros es apenas un suspiro. Interludio

12 ¡Oh Señor, oye mi oración! ¡Escucha mis gritos de auxilio! No cierres los ojos ante mis lágrimas. Pues soy tu invitado, un viajero de paso, igual que mis antepasados.
13 Déjame solo para que pueda volver a sonreír antes de que parta de este mundo y no exista más.

 

 

https://youtu.be/pLLujNV07fM?si=Z9e_iF4xWhyeSzut

 

Estimado lector:

 

David fue un guerrero victorioso, un líder, un hábil poeta, un genio musical y un rey. Sin embargo, se encontró en la situación común a todo ser humano, donde desnuda su alma ante sí mismo y ante Dios. En este espacio, no hay simulación ni engaño, ya que nadie más que el propio hombre y Dios conoce todos sus actos y la intención que los motivó (Gálatas 6:7-9).

 

En medio de su "autoevaluación", David optó por meditar y orar a Dios acerca de su vida y sus acciones en su caminar en la tierra. Casi resumió en sus palabras lo que había aprendido de la vida gracias a todas sus experiencias, una lección que su hijo Salomón confirmaría más tarde.

 

David comprendió finalmente que Dios era su ÚNICA ESPERANZA y que solo Él podría liberarlo de todo ese dolor. Reconoció que el hombre puede cambiar el rumbo de su vida acudiendo a Dios, pero es solo decisión del hombre. Podemos aprender de la vida de dos maneras: por revelación o por reprensión, y él decidió aprender de la segunda manera, la más dolorosa.

 

La misericordia de Dios alcanza al hombre cuando este la pide, se arrepiente y se aparta de sus caminos equivocados. Dios prefiere que el hombre aprenda las lecciones de la vida a través de la revelación y no de la reprensión, que trae dolor y sufrimiento. ¿Cuál prefieres tú?

 

 

 


4 pasos que te ayudarán a tener un tiempo con Dios.


Invite en oración a la presencia de Dios y pídale que su verdad le sean reveladas.

  1. Lea despacio
  2. Lea en voz alta
  3. Mientras esté leyendo pregúntele a Dios:

¿Señor qué me quieres decir hoy?
Permita que el Espíritu Santo le revele


Dios podría estar hablándole de Él

  1. ¿Quién es Él?
  2. ¿Cuáles son sus características?
  3. ¿Qué hará?

Dios podrá estar hablándole a usted. Reflexione en lo siguiente:

  • P ¿Será un PECADO que debo confesar?
  • A ¿Será una ACTITUD que debo adoptar?
  • M ¿Será un MANDAMIENTO que debo obedecer?
  • P ¿Será una PROMESA que debo reclamar?
  • E ¿Será un EJEMPLO que debo seguir o evitar?

Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.

  1. Pida PERDÓN: Confiese su pecado, arrepiéntase y reciba el perdón de Dios
  2. De GRACIAS: Agradezca a Dios por sus muchas bendiciones y promesas
  3. Por FAVOR: Ore por sus necesidades y las de otros; salvación, sanidad, protección
  4. Finalice diciendo TE AMO. Termine este tiempo en adoración y alabanza

Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.

  1. ¿Qué le habló Dios?
  2. ¿Cómo esto cambiará sus perspectivas?
  3. ¿Cómo aplicará esto en su vida diaria?

Juan 14:15 “Si me amáis, guardad mis mandamientos”

Santiago 1:22 “Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos á vosotros mismos”

DEVOCIONALES