Octubre 30 de 2025
DA SIEMPRE LO QUE SIEMPRE RECIBES: PERDÓN
MATEO 18:21-27
Parábola del deudor que no perdona
21 Luego Pedro se le
acercó y preguntó:
—Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a alguien que
peca contra mí? ¿Siete veces?
22 —No siete veces—respondió
Jesús—, sino setenta veces siete.
23 »Por lo tanto, el reino
del cielo se puede comparar a un rey que decidió poner al día las cuentas con
los siervos que le habían pedido prestado dinero.
24 En el proceso, le
trajeron a uno de sus deudores que le debía millones de monedas de plata.
25 No podía pagar, así que
su amo ordenó que lo vendieran—junto con su esposa, sus hijos y todo lo que
poseía—para pagar la deuda.
26 »El hombre cayó de
rodillas ante su amo y le suplicó: “Por favor, tenme paciencia y te lo pagaré
todo”.
27 Entonces el amo sintió
mucha lástima por él, y lo liberó y le perdonó la deuda.
https://youtu.be/uYIwIkCmg5Y?si=p2GmANKnrlNCqq0h
Estimado lector:
En tiempos de Jesús, los rabinos enseñaban
que se debía perdonar hasta tres veces. Pedro, buscando ir más allá de lo
común, propuso hacerlo hasta siete veces, creyendo que demostraba una
generosidad excepcional. Sin embargo, Jesús respondió con una expresión tomada
de Génesis 4:24, usada originalmente en el contexto de la venganza, pero
transformada ahora por Él para hablar de perdón: “setenta veces siete”.
Esta respuesta no establecía un límite
numérico —490 veces— sino que revelaba un principio espiritual: el perdón no
tiene límites. Quien ha sido perdonado de manera ilimitada por Dios, está
llamado a extender ese mismo perdón sin medida hacia los demás.
El perdón no siempre resulta sencillo.
Implica soltar el deseo de represalia y dejar que el amor de Dios sane las
heridas. La falta de perdón actúa como un veneno que daña primero al corazón
del ofendido, impidiendo la libertad interior que Dios desea conceder.
Perdonar no es una emoción, sino una decisión
que brota del perdón recibido de Dios. Quien comprende la magnitud de la gracia
que le ha sido concedida, encuentra en ella la fuerza para perdonar.
El llamado es claro: es tiempo de perdonar.
En ese acto de obediencia y liberación, se experimenta la presencia y el
respaldo de Dios, quien renueva el corazón con Su paz.
Invite en oración a la presencia de Dios y pídale que su verdad le sean reveladas.
¿Señor qué me quieres decir hoy?
Permita que el Espíritu Santo le revele
Dios podría estar hablándole de Él
Dios podrá estar hablándole a usted. Reflexione en lo siguiente:
Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.
Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.
Juan 14:15 “Si me amáis, guardad mis mandamientos”
Santiago 1:22 “Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos á vosotros mismos”