Mayo 02 de 2022
ASÍ PELEO MIS BATALLAS
Josué 11:10-15
10 Y volviendo Josué, tomó en el mismo tiempo a
Hazor, y mató a espada a su rey; pues Hazor había sido antes cabeza de todos
estos reinos.
11 Y mataron a espada todo cuanto en ella tenía
vida, destruyéndolo por completo, sin quedar nada que respirase; y a Hazor
pusieron fuego.
12 Asimismo tomó Josué todas las ciudades de
aquellos reyes, y a todos los reyes de ellas, y los hirió a filo de espada, y
los destruyó, como Moisés siervo de Jehová lo había mandado.
13 Pero a todas las ciudades que estaban sobre
colinas, no las quemó Israel; únicamente a Hazor quemó Josué.
14 Y los hijos de Israel tomaron para sí todo el
botín y las bestias de aquellas ciudades; mas a todos los hombres hirieron a
filo de espada hasta destruirlos, sin dejar alguno con vida.
15 De la manera que Jehová lo había mandado a
Moisés su siervo, así Moisés lo mandó a Josué; y así Josué lo hizo, sin quitar
palabra de todo lo que Jehová había mandado a Moisés.
Josué 11:10-15
10 Luego Josué regresó y tomó Hazor y mató a su
rey. (Hazor había sido por un tiempo la capital de todos esos reinos).
11 Los israelitas destruyeron por completo a
todo ser viviente de la ciudad, sin dejar sobrevivientes. No se le perdonó la
vida a nadie. Y después Josué quemó la ciudad.
12 Josué masacró a todos los demás reyes y a sus
pueblos, los destruyó por completo, tal como lo había ordenado Moisés, siervo
del Señor.
13 Pero los israelitas no quemaron ninguna de las
ciudades construidas sobre collados salvo Hazor, la cual Josué quemó.
14 Y los israelitas se quedaron con todo el botín
y con los animales de las ciudades devastadas; pero mataron a toda la gente,
sin dejar a nadie con vida.
15 Tal como el Señor le había ordenado
a su siervo Moisés, también Moisés le ordenó a Josué. Y Josué hizo lo que se le
indicó, obedeció cuidadosamente todos los mandatos que el Señor le
había dado a Moisés.
Estimado lector:
La experiencia militar de Josué crecía en gran manera
gracias a las batallas libradas, pues ya llevaba tres muy importantes.
En esta ocasión tuvo que librar una batalla que, no
era contra un solo pueblo, sino contra varios que se habían confabulado en su
contra, bajo la dirección de Jabín, rey de Hazor.
Igual que en las anteriores batallas, en esta ocasión
Josué concentró sus fuerzas en la “obediencia”, organizándose y actuando, tal
como Dios le había indicado. Y aunque sus enemigos eran numerosos, no tuvo
miedo de enfrentarlos; pues se sintió seguro y respaldado por esa promesa de
Dios, que lo llenó de valentía y confianza:
“NO TENGAS TEMOR”.
Después de haber matado todo lo que tenía vida en los
pueblos aliados a Hazor, regresó por Jabín, rey de Hazor, y lo mató a filo de
espada (V 10),
incendiando también por completo la ciudad.
Todas las riquezas de los pueblos destruidos pasaron a
manos del pueblo de Israel, cumpliendo de esta manera la orden que Dios había
dado a Moisés tiempo atrás y que Moisés a su vez había transmitido también a
Josué.
Aplicación:
El creyente enfrenta batallas, distintas unas de las
otras. Hay algunas leves; pero hay otras que son muy difíciles y
trascendentales.
Basados en lo que Josué vivió en ese tiempo obteniendo
victorias contundentes, se destacan los siguientes principios, para que los
creyentes enfrentemos las batallas:
- Obediencia absoluta a la dirección de Dios.
- Enfrentarlas sin temor. La seguridad del creyente
está en el Señor. Él pelea por nosotros las batallas.
- Los principios establecidos por Dios, son el
fundamento de nuestro proceder.
- Los enemigos que enfrentamos, deben ser destruidos;
deben ser erradicados de nuestra vida, de forma definitiva.
- Josué aprendió de Moisés, porque Moisés lo instruyó.
Así también nosotros, debemos aprender para enseñar.
- Como creyentes, no podemos quitarnos la “armadura de
guerra”. Siempre tendremos batallas que enfrenar. En un mundo imperfecto, la
paz duradera no es segura.
- El Señor no permitirá que el enemigo nos asalte. Él
nos prepara para la batalla.
- Cristo Jesús vive siempre para interceder por Su pueblo. Y la fe de Su pueblo no fallará, a pesar de los ataques de Satanás.
- Por tediosa,
aguda y difícil que sea la guerra del creyente, su paciencia en la tribulación
puede ser estimulada por el gozo de la esperanza.
Invite en oración a la presencia de Dios y pídale que su verdad le sean reveladas.
¿Señor qué me quieres decir hoy?
Permita que el Espíritu Santo le revele
Dios podría estar hablándole de Él
Dios podrá estar hablándole a usted. Reflexione en lo siguiente:
Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.
Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.
Juan 14:15 “Si me amáis, guardad mis mandamientos”
Santiago 1:22 “Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos á vosotros mismos”